Los síntomas de la fiebre amarilla son: fiebre, cefaleas, ictericia, dolores musculares, náuseas, vómitos y cansancio. Una pequeña proporción de pacientes infectados presentan síntomas graves, y aproximadamente la mitad de estos casos fallecen en un plazo de 7 a 10 días.
El diagnóstico de la fiebre amarilla es difícil, sobre todo en las fases tempranas. En los casos más graves puede confundirse con el paludismo grave (también transmita por los zoncudos), la leptospirosis (transmitido por ratas y ratones), las hepatitis víricas (especialmente las formas fulminantes), otras fiebres hemorrágicas, otras infecciones por flavivirus (por ejemplo, el dengue hemorrágico) y las intoxicaciones.
En las fases iniciales de la enfermedad a veces se puede detectar el virus en la sangre mediante la reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscriptasa. En fases más avanzadas hay que recurrir a la detección de anticuerpos mediante pruebas de ELISA o de neutralización por reducción de placa.
Las grandes epidemias de fiebre amarilla se producen cuando el virus es introducido por personas infectadas en zonas muy pobladas, con gran densidad de mosquitos y donde la mayoría de la población tiene escasa o nula inmunidad por falta de vacunación. En estas condiciones, los mosquitos infectados transmiten el virus de una persona a otra.
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La fiebre amarilla puede prevenirse con una vacuna muy eficaz, segura y asequible. Una sola dosis es suficiente para conferir inmunidad y protección de por vida, sin necesidad de dosis de recuerdo.
Se han descrito casos raros de efectos colaterales graves de la vacuna. La frecuencia de estos “eventos adversos graves tras la inmunización”, cuando la vacuna afecta al hígado, los riñones o el sistema nervioso, está entre 0 y 0,21 casos por cada 10 000 dosis en regiones donde la fiebre amarilla es endémica, y entre 0,09 y 0,4 casos por 10 000 dosis en poblaciones no expuestas al virus.
De conformidad con el Reglamento Sanitario Internacional (RSI), los países tienen derecho a exigir a los viajeros que presenten un certificado de vacunación contra la fiebre amarilla. En caso de que haya motivos médicos para no administrar la vacuna, dichos motivos deben ser certificados por la autoridad competente.
Otra forma efectiva de evitar la epidemia de fiebre amarilla y otras enfermedades que transmiten los zancudos es eliminando los criaderos, es decir cualquier recipiente de agua donde los mosquitos ponen sus huevos.
De igual forma se recomiendan medidas preventivas personales para evitar las picaduras de mosquitos, como repelentes y ropa que minimice la exposición de la piel. El uso de mosquiteros tratados con insecticidas está limitado por el hecho de que los mosquitos Aedes pican durante el día.
Actualmente existe un arsenal limitado de insecticidas seguros, eficientes y costoefectivos que pueden usarse contra los vectores adultos en el ámbito de la salud pública. Esto se debe principalmente a la resistencia de los principales vectores a los insecticidas comunes y a la retirada o abandono de ciertos plaguicidas por motivos de seguridad o por el alto costo que tendría el volver a registrarlos.
Una de las maneras más efectivas para eliminar los zancudos transmisores de la Fiebre Amarilla es la fumigación de manos de una empresa experta de control de plagas. Fumigación Universal estamos dispuestos a ayudarte!
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