Susana, cuando fue atacada por una cucaracha voladora en la cocina, sin pensarlo un segundo, tomo el insecticida de aerosol y le descargo una ráfaga, que pasando a toda presión por el fuego de la cocina, se convirtieron en llamas que alcanzaron a su esposo que entraba corriendo a su rescate.
Rodolfo, bajo el temor de que su hijo contrajera Dengue como otros niños de la comunidad, decidió encender un insecticida de espiral en la habitación de su hijo, que debido a los movimientos del niño en la cama, lo tumbó, incendiando las cortinas y parte de las sabanas donde dormía.
Carolina, al ver chiripas dentro del microondas decidió fumigarlo con el insecticida de aerosol, al repicar el teléfono de la llamada que tanto esperaba, dejo el aerosol dentro. Daniel de 8 años cerro el Microonda y hasta hoy no sabemos si se activó automáticamente o fuel el niño que lo hiso, pues no vivió para contarlo.
Diana en su adolescencia, en los tiempos cuando se divorciaban sus padres y bajo el fuerte bulling escolar por su inclinación sexual e ideas políticas que comenzaba a defender. En medio de una fuerte crisis depresiva, decidió quitarse la vida bebiendo un frasco de insecticida doméstico, que sus padres ocultaban en el baño, por poco lo logra.
Todas estas historias de la vida real, donde los nombres de los infortunados protagonistas fueron cambiados para proteger su identidad, tienen algo en común. La tenencia y uso de productos sumamente peligroso, que son vendidos bajo fuertes campañas publicitarias, ocultando los perjuicios que implica que personas no capacitadas manejen venenos, además en presentaciones que son inflamables y dañan el medio ambiente.
¿Eres de las personas que buscan garantizar la salud y seguridad de su familia?, Pues contrata profesionales para el exterminio de las plagas. En Fumigación Universal estamos dispuestos a ayudarte!