La filariasis linfática adopta formas asintomáticas, agudas y crónicas. La mayoría de las infecciones son asintomáticas y no presentan signos externos. A pesar de ello dañan el sistema linfático y los riñones y alteran el sistema inmunitario.
Cuando la filariasis linfática se vuelve crónica produce linfedema (tumefacción de los tejidos) o elefantiasis (engrosamiento de la piel y otros tejidos) de los miembros e hidrocele (tumefacción escrotal). Es frecuente la afectación de las mamas y de los órganos genitales. Estas deformidades son causa frecuente de estigmatización social y alteraciones de la salud mental, pérdida de oportunidades de obtener ingresos y aumento de los gastos médicos para los pacientes y quienes los cuidan. La carga socioeconómica del aislamiento y la pobreza es enorme.
El linfedema crónico, o elefantiasis, se acompaña a menudo de episodios agudos de inflamación local de la piel y de los ganglios y los vasos linfáticos. Algunos de esos episodios son causados por la respuesta inmunitaria del organismo contra el parásito. La mayoría se debe a infecciones bacterianas cutáneas secundarias, pues las defensas normales se han deteriorado debido al daño linfático. Estos episodios agudos son debilitantes, pueden durar semanas y son la principal causa de pérdida de salarios entre quienes padecen filariasis linfática.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) En la actualidad hay más de 856 millones de personas de 52 países que viven en zonas donde se necesita quimioprofilaxis para detener la propagación de la infección. La estimación inicial del número mundial de personas afectadas por la filariasis linfática fue de 25 millones de hombres con hidrocele y más de 15 millones de personas con linfedema. Sigue habiendo, como mínimo, 36 millones de personas con estas manifestaciones crónicas de la enfermedad.
La filariasis linfática es causada por la infección por nematodos de la familia Filarioidea. Hay tres tipos de estos gusanos filiformes:
- Wuchereria bancrofti, que es responsable del 90% de los casos;
- Brugia malayi, que causa la mayoría de los casos restantes;
- Brugia timori, que también causa la enfermedad.
Los gusanos adultos se alojan en los vasos linfáticos y alteran el funcionamiento normal del sistema linfático. Los gusanos pueden vivir una media de seis a ocho años y a lo largo de su vida producen millones de pequeñas larvas (microfilarias) que circulan en la sangre.
Los mosquitos se infectan con microfilarias al ingerir sangre cuando pican a un portador infectado. Las microfilarias maduran en el mosquito y se convierten en larvas infecciosas. Cuando los mosquitos infectados pican a las personas, las larvas maduras del parásito se depositan en la piel, desde donde pueden penetrar en el organismo. Las larvas pasan luego a los vasos linfáticos, donde se desarrollan y se vuelven gusanos adultos, que continúan entonces el ciclo de transmisión.
La filariasis linfática es transmitida por diferentes tipos de mosquitos, entre ellos: Culex, que está muy extendido en las zonas urbanas y semiurbanas; Anopheles, que está presente principalmente en las zonas rurales, y Aedes, que predomina en las islas endémicas del Pacífico y toda la zona tropical.
Luego de la quimioprofilaxis, la OMS recomienda la lucha antivectorial para eliminar la propagación de la enfermedad mediante el exterminio de los mosquitos. ¿Deseas prevenir esta enfermedad eliminando los mosquitos que la trasmiten? Para ello te recomendamos la fumigación frecuente de mano de un buen grupo de profesionales. En Fumigación Universal estamos dispuestos a ayudarte!
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