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Como la mayoría del grupo yo estaba indeciso y desorientado. Pensaba que como Contador o Administrador siempre tendría dinero ya que le maneja el dinero a grandes empresas. Pero como mi primo, licenciado en seguridad industrial, sería más importante ya que ninguna empresa desea tener accidentes que dañe a sus empleados o perjudique la producción.
Al terminar la preparatoria mi primo me convenció de que estudiara en el mismo instituto que él, “Seguridad Industrial” y así lo hice. Fueron varios años de esfuerzo y estudio constante, sobre todo lo concerniente a mi carrera. Ya un poco más maduro y responsable mis calificaciones eran cada vez más altas. La tesis la hice sobre prevención de accidentes y supuse que al licenciarme ese sería mi rol en la vida, pero no fue así.
La búsqueda de empleo, creo que fue más difícil que los estudios. En las entrevistas me pedían años de experiencia laboral, otras querían pagarme muy poco, en algunas me proponían que empezara en otros cargos de menor importancia y todo eso me frustraba cada vez más.
La necesidad económica me obligo a aceptar un cargo en una empresa como fumigador, que siendo honesto, en un principio no me motivaba, pero decidí darme una oportunidad. Esta empresa me brindo un proceso de entrenamiento y formación que cambio mi vida. Más allá del uso seguro de los equipos (ligado a mi profesión) y de las técnicas o estrategias de control de plagas, el conocer la importancia de fumigar hizo la diferencia.
Aprendí que mientras Superman y Iroman han salvado a la humanidad en las películas de ficción. Los fumigadores la han salvado varias veces en la realidad y en la historia están las evidencias. Mientras los médicos pueden curar a un enfermo, luego que ha sufrido la enfermedad. Un fumigador evita que se contagie de la enfermedad, desde el principio.
La raza humana, se encuentra amenazada constantemente por: virus, parásitos y bacterias que se encuentran en las plagas que combato con mi súper arma de aspersión o el termonebulizador. Si no fuera por nosotros los fumigadores, la peste negra proveniente de la pulga de la rata, nos habría aniquilado hace cientos de años y el mes pasado el dengue habría matado a muchos niños en mi país.
Como muchos otros fumigadores yo tengo: la valentía, la nobleza, el conocimiento, la destreza y la solidaridad de llevar a cabo la importante labor de exterminar las plagas que nos amenazan. Y aunque no tengo capa, ni salgo en los periódicos. Salvo la vida del: médico, el abogado, el contador, el administrador, el maestro, el empresario, el turista, el niño, el adulto, al pobre y al rico.
Claro que sé que todas las profesiones son valiosas, pero ahora para mí, ser fumigador representa una de las labores más importante de mi vida, haciendo que me sienta muy orgulloso. Y como parte del gran equipo de Fumigación Universal, ¡Estamos dispuestos a Ayudarte!
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