DAVID SEGARRA
Barcelona 18 JUN 2002
La fumigación de una plaga de hormigas en un centro de trabajo en Barcelona en 1994 ha sacado a la luz una enfermedad extraña, difícil de diagnosticar y que apenas ha empezado a investigarse: la intoxicación por desinfectantes, que puede causar secuelas irreversibles entre los afectados y se ha cobrado, sólo en Cataluña, 581 víctimas, 41 de ellas graves.
Pasaron dos años sin un diagnóstico preciso. Las enfermas de mayor gravedad produjeron numerosos síntomas de difícil clasificación: sensación de hormigueo por todo el cuerpo, mareos, debilidad, pérdida de memoria, incapacidad de concentración, dificultades respiratorias… Algunas vieron aumentar la talla de sus zapatos, otras desarrollaron un cierto número de tumores, afortunadamente benignos. Todas pasaron por numerosas consultas hasta que, finalmente, en 1996, un equipo médico interdisciplinar fue capaz de establecer una relación inequívoca entre este extraño conjunto de trastornos y un acontecimiento que había afectado dos años antes a su lugar de trabajo: la fumigación de una plaga de hormigas.
En el mes de agosto de 1994, estos insectos invadieron unos laboratorios de la ciudad sanitaria Vall d’Hebrón. El servicio de desinsectación contratado realizó un primer tratamiento, pero 15 días después reaparecieron las hormigas, y se efectuó una segunda fumigación. A la mañana siguiente, los trabajadores del laboratorio empezaron a sentir picores, irritaciones y otros síntomas de lo que ahora se sabe con certeza que sufrieron: una intoxicación accidental por insecticidas indebidamente aplicados.
Este episodio de contaminación ha servido para destapar la existencia de un problema sanitario ignorado: los tratamientos insecticidas que se llevan a cabo de forma habitual en locales y edificios no siempre se realizan correctamente.
Por desconocido puede parecer un problema menor pero, sólo en Cataluña, desde 1994 se han conocido 30 incidentes, con 581 trabajadores implicados, de los cuales 278 presentan síntomas de afectación y 41 se consideran enfermos graves, según datos facilitados por Francisca Lopez, del Centro de Seguridad y Condiciones de Salud en el Trabajo de Barcelona, de la Generalitat. El caso catalán indica que en el conjunto de España la cifra puede ser importante, aunque la falta de datos o de estimaciones al respecto impide saberlo.
De acuerdo con el Centro de Seguridad y Condiciones de Salud en el Trabajo de Barcelona, perteneciente a la Generalitat, los diversos casos analizados de mala aplicación de tratamientos insecticidas tienen una serie de características comunes. El problema empieza porque la ‘eliminación’ de insectos con tratamientos químicos es una práctica profesional muy enraizada, aunque a menudo no se consiga eliminarlos, o ni siquiera se haya constatado la existencia de una plaga. Además, muchos de los tratamientos efectuados no responden a un patrón claro, y se llegan a utilizar diversos productos para un mismo insecto, produciéndose una peligrosa mezcla de compuestos. A esto hay que añadir que los productos insecticidas pueden permanecer activos durante meses. Si el tratamiento afecta a espacios cerrados y mal ventilados, equipados con materiales absorbentes (moquetas, cortinas, mamparas) puede pasar que la presencia de los insecticidas dure semanas, y que se dispersen por el interior del edificio fijados a las partículas de polvo.
El resultado es que los trabajadores pueden quedar expuestos al producto de forma continuada, ya sea por las superficies directamente tratadas o, indirectamente, por contacto con papeles, objetos de oficina, mesas, sillas.
La manera de abordar el problema estriba en el establecimiento de una serie de medidas que demandan una estricta planificación previa, y que van desde la adecuada información a los trabajadores hasta el uso de sistemas de control integrado de plagas mucho menos agresivos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 18 de junio de 2002 del diario “El País” de España
En Venezuela los productos que deben usar las empresas de fumigación legalmente constituidas, son previamente estudiados y verificados por los entes competentes en materia de salud, estos son: Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral (I.N.S.A.I), Ministerio del Poder Popular para la Salud (M.P.P.S) e Instituto Nacional de Prevención, Salud y seguridad Laboral (INSASEL). Las mismas otorgan un permiso para que funcione legalmente la empresa de fumigación, lo que la acredita para emitir certificados de fumigación que son exigido como requisitos en las inspecciones de salubridad que realizan sorpresivamente los entes a todos los comercios que producen y expenden alimentos.
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